No. No digas nada pues tus palabras arder hacen a mi corazón.
Que sílaba a sílaba desangra entrañas que maldichas fueron en sus tiempos.
No. No escuches más. Que tus oídos se ensuciarán de falsas mentiras.
Y cada acorde que quiera explicarte será una verdad maldicha.
Querer hacer feliz lo último que tienes de valor, no es un delito.
Luchar contra los que quieren dañar sabio valor, es un crimen de bocas caprichosas pedidas.
Y me niego a lo que digan y a lo que oiga pues no solo no quiero pensar que es un mito,
sino no debo, porque manchar mi fuerza pueden malditas vidas malnacidas.
Y si desangrarse pudieran en sus sucias palabras no desear, pues no soy buena, pero tampoco cruel.
Pero respirar el polvo que asco da podrían respirar por siete vidas.
Que se dan cuenta e ignoran las miles de conciencias sin razón heridas
Y la falta de cariño y elocuencia que una mañana de verano por ello tampoco reconocí en él.
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