martes, 14 de febrero de 2012

Dormía abrazada a una flor...

Recibir los típicos claveles del López de Mendoza (sin estudiar ya en ese instituto) me ha hecho ilusión, me ha hecho intrigarme y me ha hecho sonreír...

Me ha hecho pensar que yo solo quiero una flor, sea una rosa un clavel o un cardo. Yo solo quiero la frescura de la flor a la que dormía abrazada.

Volver a aspirar y llenar mis pulmones de ese aroma.
Volver a acariciar su suave mejilla, lentamente, notando como su dulzura se impregna en mis yemas.
Volver a besar el borde de sus labios como si de un frágil pétalo se tratase saboreando su esencia.
Volver a contemplar a unos centímetros su cuerpo y reverenciar la belleza que la naturaleza crea.
Volver a escuchar el índole de sus palabras, que siempre salvajes, se han rebelado a que las lleve el viento.

Sus hombros, su cuerpo, sus ojos, su mirada, sus labios, sus besos, su olor, su perfume, su voz...

Sus TE QUIERO.

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