lunes, 16 de mayo de 2011

Catedral

La catedral soy yo, es cada uno de nosotros.
Vamos creciendo, cambiando de forma, nos abordan algunas debilidades que deben ser corregidas, no siempre escogemos la mejor solución, pero a pesar de ello seguimos adelante, intentando mantenernos erguidos, correctos.
De modo que honremos no a las paredes, ni a las puertas o las ventanas.
Sino al espacio vacío que está allí dentro, el espacio en el que adoramos y veneramos aquello que nos es querido e importante.
Sí, somos una catedral, sin ninguna duda.

Pero, ¿Qué hay en el espacio vacío de mi catedral interior?

El Zahir. Él lo llena todo. Él es la única razón por la cual estoy vivo, Miro a mi alrededor, me preparo para largas charlas y entiendo porqué me enfrenté a la nieve, a los embotellamientos, al hielo en los caminos: para recordar que todos los días necesito reconstruirme a mí mismo, y para- por primera vez en toda mi existencia- aceptar que amo a un ser humano más que a mi persona.

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