sábado, 28 de mayo de 2011

Ráfaga

Sigo pensando en la noche en que apareciste a mi lado como una ráfaga de viento.
El momento en el que la turbación de mi mente fue más que aquella ráfaga.
En el segundo en que saliste de la nada para evitar que diera un paso más.
Y confundí la perturbación con la magia.
Y seguía aturdida por las luces y el pitido de aquel coche que casi me atropella.

Pero ahí ya no estaba nadie, en ese momento solo tú, yo, las luces, la música lejana, el sonido de las olas, la brisa del mar y por último el suspiro de alivio de alguien a quien apenas conocía y me acababa de salvar la vida.

Tan solo unos segundos en un sistema temporal sexagesimal. Pero los huecos que existen en el alma son aquellos que se rellenaron en la otra vida y quedan como lagunas en nuestros sentimientos.

¿Es real que existan dimensiones ocultas en nuestro espacio y tiempo?
Si los números son infinitos, ¿Cómo separar un segundo de otro, dividir centésimas o milésimas?
Creando órbitas de sentimientos. Creando locuras y sueños.
Descosiendo la cordura que nos ata a la realidad.

No quiero decir que todo esto lo pensara en tan solo unos segundos.
Simplemente que cuando esos segundo transcurrieron, pasé de no saberlo a ser consciente de ello.

Y la historia de una noche sigue y sigue con cada sueño de cada noche y de cada vida.

Y como hace siglos ya te dije:

Fue un placer coincidir en esta vida.

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