¿Y quién iba a imaginar que todo iría tan bien?
¿Ni que la felicidad la trajese un hombrecillo rudo de rizos negros con pantalones lejiados?
Lo mejor de todo, es que no solo es raro. Es que es diferente. Es que, es ÚNICO.
Y mientras él siga a mi lado no hay terapia que valga para desengancharme a la rutina que hemos creado juntos...
Le quiero, y me da que "demasiado".
Y que por mucho asco que me den las mariposas, tras años sin experimentarlo, no puedo dejar de sentir su revoloteo en mi estómago cada vez que pienso en él.
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